marzo 23, 2011

Canciones

Con frecuencia la vida se vuelve un remolino que nos sube o baja a placer. Yo, de un tiempo a la fecha, he contemplado “las cuatro estaciones” en un mismo día. Es decir; puedo tener, en una mañana cualquiera, la primavera en mis brazos a la hora del amanecer y salir a darle la cara a la vida sin temores. O puedo, al anochecer, vivir el más crudo invierno despidiéndome de los que amo -que no son pocos-. Es común también estar tocando el más dulce acorde en mi guitarra para al minuto siguiente estar hablando de negocios… ¡Una putada, en resumen!

Supongo que es aquello de seguir creciendo y ni lugar a quejarse. Mi chica dice que a mí me ha tocado llevar más carga que al promedio y que no debo desperdiciar esa forma de llegar a la sabiduría. Yo amo a mi chica y también la creo y también la obedezco. Se dice que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Mi caso es un tanto distinto: ella es una gran mujer y yo, en más de un sentido, soy solo un pequeño que busca refugio en sus brazos…

En días tales queda, como tantas veces, escuchar aquellas canciones con las que crecimos, con las que nos emocionamos y con las que siempre conseguimos la fuerza suficiente para seguir adelante en nuestro camino ¿Qué sería de mi -de nosotros- sin tales canciones?

Lo que quiero decir es que ando con el alma a flor de piel, con los sentimientos amaneciendo a nuevas emociones y con la inocencia y la ternura viendo llegar el anochecer. Siento que la vida es una inmensidad del tamaño del mar y mi existencia un pececillo desesperado que salta en la arena intentando volver al mar y así seguir viviéndo.

No puedo -no quiero- hacer otra cosa que enfrentar las emociones y escuchar canciones que me ayuden a entenderlo todo. Con ellas lleno la memoria de recuerdos irrepetibles y mi pequeño corazón de esperanza…

En un pestañeo y sin saber porque, aterrizo en la página de La Gaceta y me enteró de los detalles de la Gira de “El Penúltimo Tren”. Con asombro descubro un repertorio que raya en la perfección de la descripción emocional de mi existencia. Si he tenido emociones, esperanza, fe, alegrías, dolores, decepciones, llanto, sonrisas, noches de bohemia y demás momentos propios de los que a pie vamos por la vida; todo, todo, todo se encuentra en estas canciones. Todo lo vivido se describe en cada nota, en cada palabra y en cada silencio de estas canciones.

No todos lo saben -no tienen porque-, pero tengo una lista de canciones que me gustaría fueran tocadas en mi funeral. Canciones que me recuerdan un momento, un amor o un amigo en particular. Con los años la lista ha crecido y se complica el hecho de asignar un responsable ante póstumo capricho.

Para mi calma -y la de mi heredero- la lista se puede simplificar drásticamente y sin chistar me inclinaría por este repertorio que Joaquín viene tocando en las noches de Argentina. Es que todas me recuerdan algo; ese algo que me llevaré por siempre hasta la eternidad:

Esta noche contigo

Tiramisú de limón

Virgen de la amargura

Aves de paso

Llueve sobre mojado

Yo quiero ser una chica Almodóvar

Por el Boulevard de los Sueños Rotos

Y sin embargo

Una canción para la Magdalena

Noches de Boda

Contigo

La del Pirata Cojo

Pastillas para no soñar

Nos sobran los motivos

Amor se llama el juego

Tan joven y tan viejo

El Rock & Roll de los idiotas

Peor para el sol

Medias negras

19 días y 500 noches

Todavía una canción de amor

Peces de ciudad

Corazón de neón

El caso de la rubia platino

Eclipse de mar

Cerrado por derribo

Cuando me hablan del destino


Ufff…

Se me antoja escribir sobre los recuerdos y motivos de cada canción. No, no se asusten por favor, no lo haré en este momento -en realidad no sé si habrá momento- Pero por ahora yo quisiera estar en el Zócalo del DF con Joaquín Sabina delante y el resto escuchando, brincando y cantando estas canciones de nuestras vidas.

Con la complicidad de Syb;

Con la firmeza de mi amigo Luis “El Gallo” González;

Con la agudeza y humor de Ponchito;

Con la juventud contagiosa de Bren -mi amiga más Sabinera-

Con la curiosidad de Ara;

Con la mano y la mirada de Carlitos;

Con los brazos fuertes y amorosos de Haty, que me mantiene de pie…


Así que de momento

nada de “Adiós muchachos”

Me duermo en los entierros

de mi generación


Cada noche me invento

todavía me emborracho

Tan joven y tan viejo

“Like a Rolling Stone…”


Con amor colegas;

GBo

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