mayo 31, 2010

¡Gary!


Sigo con la boca abierta por la emoción; con los oídos asombrados por la perfección con que McCartney entiende y ejecuta eso que tanto nos gusta y que llamamos música.

Pese a las palabras que guardo en el tintero, reservo el tema para la siguiente ocasión. Ahora quiero hablar de Gary Coleman que se subió a un tren con un boleto de ida. Lo hizo este fin de semana y para mi es emotivo por los recuerdos de infancia.

Leyeron bien: voy a hablar de mi infancia, así que -si lo prefieren- ¡corran ahora que pueden!



¿Se acuerdan de Blanco y Negro?



Ya sé que los lectores de este blog abarcan casi todas las edades; pero los de mi edad -y los mayores- recordarán esa serie que era tan cómica y -absurdo- blanca en contenido y en su recurso para hacernos reír. De esos programas que hacen añorar en cantidad importante la etapa en que el televisor divertía. Hoy -lo digo desde mi óptica- la programación de TV sólo confunde y entorpece, nos roba nuestros gustos y nuestra propia opinión y eso es como estar hipnotizados… Bah ¡Que la vea quien la quiera ver! -y el que pueda que corra, pero más lejos esta vez-

Allá en la infancia tuve en mi hermano mayor a mi primer amigo de la vida -amistad intacta a la fecha- Creo haber sido afortunado por tener delante de mí a ese hermano que iba abriendo el camino para que mi paso por el mundo fuera “más sencillo y placentero”. Aunque luego yo lo habría de complicar. Es que equivocarse no es un derecho; es una obligación.

*Recodo: Ayer mismo un amigo me dijo: “Gabo, lo tuyo es hacer mierda todo lo que tocas” Lo dijo porque pasamos la tarde de domingo con la guitarra en la mano y con canciones en el corazón. Aunque no fuera mi amigo, aunque no lo quisiera tanto, igual no desmiento lo que dice.

Los que tenemos un hermano mayor sabemos que vamos con ventajas por la vida. A nuestra llegada los padres no son lo inexpertos que eran con su primer hijo y nuestra falta de palabras no es motivo para quedarnos sin comer o con la fiebre hasta la médula. El hambre y los desvelos por fiebre son asignaturas para el primogénito. Por no hablar de los descalabros propios que brinda la curiosidad o la fuerza de gravedad desde la cama o desde la andadera. ¿Fuerza de gravedad? ¡Palabra más interesante!

Tal vez esta ley de la física sea lo que me impide creer en la televisión. Porque no me van a contradecir; pero la televisión miente a todas horas. Promete lo que no será, lo que no puede cumplir, lo inexistente, lo imposible, lo que no combina. Lo peor son todas esas mentiras acerca de la felicidad. No sé yo cual será la felicidad, ni dónde está; pero puedo afirmar que no es esa del televisor. Es ahí donde se hace insoportable la fuerza de la gravedad, pues al apagar el TV nos pone los pies en la tierra y descubrimos con resignación que volar es para las aves.

Pero no estoy aquí para decir “Hágase la luz” Quiero contarles lo agradable que era para mí, a la edad de cinco o siete años, prender la televisión y divertirme con mi hermano mayor viendo Blanco y Negro.

Sería lo angelical de Kimberly, la imagen maternal de Edna, la bondad de Philip, la guía inquebrantable de Willis o el fantástico rostro de Arnold. Lo que sea, eran treinta minutos de diversión y ensueño.

Esa casa de Blanco y Negro era la hoguera que mi fría infancia añoraría. Eran los ochentas y esa sería la década de mi fugaz niñez. Llevo algún tiempo descifrando el laberinto del pasado -el mío- a fin de ir a buen paso por la vida. Indudablemente, la serie en cuestión dejo huellas importantes en mi formación emocional.

Lo evidente; la cuestión de razas es un asunto de adultos. Es decir; un asunto absurdo, de necios, de tontos. El color no define a las personas sino sus actos. Luego de mi padre he aprendido el valor de la humildad. En mi casa, que es mi corazón, entran todos: “los que suben, los que saben, los que duelen, los que huelen mal…” Más de uno en el camino me ha mirado de soslayo, hacía abajo, con desprecio. Más de uno ha fingido no verme intentando hacerme sentir insignificante. Benditos sean, en su lejanía brindan pureza a mi amistad y fortalecen mi bondad. Estoy con los que están conmigo; es tan corto el tiempo de la vida que uno no va a ir tirándolo por ahí ¿verdad?

La hermandad; ver a Willis preocuparse por su hermano menor era ver a mi hermano preocuparse por mi persona. Y luego uno resolvía los enredos con una frase que intentaba ocultar la gravedad y lo bochornoso de nuestros errores “¿De qué hablas Willis?” De los mayores uno tiene su compañía, su guía, su indulto. A día de hoy conservo la amistad de mi primer amigo en el mundo, de mi hermano mayor. A quién he aprendido a admirar, a respetar y a extrañar.

Luego estaba Kimberly; esa rubia debilidad que sembró en mi el modelo de mujer que me he buscado por la vida. Yo no sé porque, pero las mujeres de las que me he enamorado todas son Kimberly. Las demás han sido necedades mías, momentos de debilidad. Lo que realmente me gusta de una mujer es su inteligencia, su carácter hogareño -si al final sus brazos van a ser mi hogar-, su bondad, su vocación de saber escuchar, sus ganas de ayudar a los demás. Con Kimberly descubrí que me gusta el cabello largo, a veces peinado y casi siempre despeinado. Los lunares de una chica, su pálida piel, el largo talle, alto el cuello, huesos largos, cejas pobladas, la inocencia… Es muy probable que también por ella me enamore hasta la locura de mi prima.

Luego Arnold ¿Qué decir de ese pequeñín? Todo él ternura, un tipo audaz, y dispuesto siempre a hacer reír. Seguro que primero fue Arnold y luego Chaplin; pero, que yo recuerde, desde siempre me he interesado en arrancar una sonrisa a la gente, sobre todo a los niños. Arnold era de cabellos chinos como los míos, cachetón igual que yo -cuando niño- y un cabrón que sabía hacer que la gente olvidará y perdonara sus travesuras sin importar el tamaño. Además en su infinita sabiduría buscaba el conocimiento por medio de la curiosidad, condición humana en peligro de extinción. De Arnold aprendí a ir con una sonrisa en los labios y un constante deseo de no crecer, de ser niño por siempre.

Pero todo eso era la serie, lo ficticio, lo que no existió jamás. La realidad -esa fuerza de la que ya hablamos- era peor -más real, claro- y nos demostró a todo color lo duro que es crecer y lo breve que es la felicidad y la infancia. Un mal final para todos los actores de la serie, muchas noches de angustia, mucho exceso, mucho rencor con el pasado, mucha realidad supongo.

¿Será que por eso la gente prefiere ver la TV? ¿Será que es la puerta de escape a su insoportable realidad?

Una cosa es cierta; Gary se ha ido y debo agradecer por los sueños que él y sus compañeros me dieron en la inocente infancia.

Nos veremos en el umbral común para seguir riendo.

¡Buen viaje Gary!


GBo



mayo 26, 2010

Básico


"Pero papá ¿no ibas a hacer una tortilla?"
Javier Krahe

Con ganas de volver a la poesía y sin conseguirlo; me encontraba esta tarde dispuesto a escribir.

Apenas estaba ordenando mis ideas sobre un poema que habla de cómo llega un gran amor a nuestra vida y como, de alguna manera, nunca se va. De esos amores que se quedan entre nosotros por siempre, aunque los callemos por no lastimar a los vigentes.

Espero que sepan de qué les estoy hablando y no sea el único piedra al que le pase esto con el amor.

Sobre eso estaba esta tarde, ordenando mis ideas y evocando la inspiración cuando repentinamente Tláloc dijo presente inundando mi patio. Luego un Dios caprichoso -¿quién sabe como se llame?- quiso que se fuera la luz y no volviera jamás.

¿A ustedes no les llovió?
¿A ustedes no se les fue la luz?

Aquí en la casa se fue cerca de las seis dejándome con un montón de pendientes del trabajo y con ganas de entrarle a la poesía.

Es aburrido no tener luz ni pila suficiente en la lap para ponerse escribir. Hace poco escuche a Andreu Buenafuente decir “lo malo del facebook es que se te va la luz y en un segundo te quedas sin amigos” Hoy sentí esa tristeza de estar desconectado.

Tristeza e incomodidad a la vez. Ocurre que he andado medio confundido con lo que quiero hacer con mi vida y mi tiempo para lo que queda del año. No he encontrado el planteamiento adecuado para poner manos a la obra. Y, por estar confundido, he evitado -hasta hoy- plantearme seriamente hacía dónde dirigiré mis naves.

Pero, les decía, ese Dios caprichoso quiso que esta tarde se fuera la luz dejándome sólo en casa y sin nada mejor que hacer que estar conmigo mismo.

A ustedes les puedo mentir; pero no a mí, no llego a ser tan ruin: algo le falta a mi vida…

O tal vez le sobren muchas cosas y por eso no encuentro la pasión necesaria para despertarme todos los días con ganas de devorarme la vida. Me siento medianamente feliz y necesito encontrar esa “chispa” del que todo lo quiere, del que nada tiene. En esta semi-felicidad me aburro fácilmente. Y -no lo vayan a contar- pero aburrido soy insoportable.

Resignado a que la noche sería oscura, en soledad y con temor de ponerme a pensar; saque de su estuche a mi “Paracha”, la afine, la toque vagamente por un momento y luego me llegaron unas canciones a la cabeza…

¿Alguna vez han sentido la libertad de cantar a solas?

¡Es para morirse!

Confieso que lo que va del año he sido muy inconstante en la guitarra. Si durante el 2009 hacía al menos cinco horas diarias de guitarra; este año no llego ni a los treinta minutos día. Las razones son laborales y, por tanto, no vale la pena hablar de ello. Como resultado de esa pereza, me encontré con dedos torpes, pero aún así en buen nivel.

A lo que iba: lo que les quiero contar es que había olvidado el gran placer que me causan las palabras, la música, la guitarra. Aunque tengo algunas dudas; hay algo dentro de mi que me dice que debo seguir el camino de las cuerdas y dejarme llevar por su vibración.

Las canciones que llegaron a mi memoria y a las cuerdas polvosas de mi “Paracha” son las palabras que necesitaba escuchar de un amigo. Supongo que las palabras y la música son mis amigas, lo supongo por lo que hoy me dijeron.

No estoy hablando de talento, ni de arte, ni de esas categorías insoportables que hemos inventado. Estoy hablando de sensibilidad, de razón de ser, de sintonía.

Sospecho que la belleza, el placer y la alegría se encuentran en lo básico y yo lo estaba olvidando.

Algunos de ustedes ya saben lo mucho que me gusta el vals peruano. La noche del viernes escuche “Antes de amar de nuevo” y hoy esa estrofa de “haz como hace la lluvia que lava tu ventana” tomo mucho sentido con el torrente que azotó mi ventana…

Fue algo muy básico: un vaso con agua, una guitarra, un atril que labró mi abuelo Fer y un tono para afinar. Mi voz y algunas canciones siempre van conmigo…

Fue un gran momento que dio paso a una corazonada, a una nueva dioptría…

Que el fin de año nos encuentre con libro o disco bajo el brazo. O sencillamente con el pulso, vivitos y "culeando"


GBo

mayo 24, 2010

Un día difícil


Para Sybil; con aguante

“Antes de amar de nuevo, llora un poco en silencio
Haz como hace la lluvia que lava tu ventana,
el sol no está tan lejos de tu alma vanidosa,
sólo que para verlo hay que abrir la mañana…”

Antes de amar de nuevo
Patricio Manns & Horacio Salinas


No estuvo segura de contármelo abiertamente. No quiso tocar el tema ni el viernes ni todas las veces anteriores que nos habíamos visto ¡Tanto le dolía! Apenas consiguió decirme que este lunes sería un día difícil y que no estaba muy segura de lo que estaba sintiendo. Por suavizar el acento solemne con que comentaba, en tono de broma le dije “Tienes que invitarme” pero ni siquiera lo punzante de mi comentario consiguió animarla.

De cualquier forma, poco me gusta ir a las bodas. Y menos en lunes, y menos si la boda fuera de mi padre, o de mi madre o de alguien a quien yo quisiera.

Es que las bodas siempre se llevan a los que queremos para nunca más volver. Las bodas -me dicen- son una puerta tan atractiva para huir del pasado, para salir corriendo en busca de una nueva vida, en busca de la tierra prometida que cualquiera se atrevería a cruzar el umbral.

No obstante el paraíso prometido; la estadística, el registro civil, el sentido común y la historia de nuestros abuelos y de nuestros propios padres nos demuestran -acuérdense que yo no creo en la promesa del maridaje conyugal- que al final te dejan en un presente mucho peor que ese pasado del que venías huyendo. Sólo que ahora con estirpe y muchas más razones que te atan a una vida de la que difícilmente tendrás las agallas para salir corriendo. Y si por alguna razón puedes salir corriendo lo más seguro es que sea por un nuevo amor que culmine tal vez en un nuevo matrimonio. Así una y otra vez; eso que la gente llama un círculo vicioso.

¿Será que el segundo matrimonio es tan emocionante como el primero? o ¿Será que la segunda separación duele menos?

Cuando un amor termina alguno de los involucrados -porque pueden ser dos o más los involucrados en un amor- termina sufriendo y deseando regresar las manecillas del reloj. Termina en soledad, orillado a vivir del recuerdo y mancillando al corazón con canciones hechas para la ocasión:

“Pero tu nuevo amor
nunca podrá llegar a ser feliz contigo
Porque en tu corazón,
tu no lo puedes ocultar,
sólo yo vivo…”

Que ingenuo es cantar esas canciones y dejar la puerta abierta para esperar el regreso de una persona que nunca volverá. Lo sabemos: las novias nos olvidan a los dos minutos de habernos abandonado. Y lo sospechamos: los novios olvidamos a las chicas muchos, muchos días antes de que ellas se decidan abandonarnos.

El matrimonio -el amor mismo- es un juego en el que unos ganan y otros pierden. Y un día, como en el juego de la pirinola, llega el momento en que todos pierden…

Yo a los quince me fui de casa rumbo al norte. Dije que era por amor, pero hoy puedo decir que fue por huir de la realidad. Y es que el amor es la mejor excusa que conozco para explicar lo inexplicable. El amor es una fuerza que nos orilla a hacer cosas que luego ni siquiera nosotros podemos entender.

Así todos vamos huyendo, si es preciso nos enamoramos y nos enredamos con alguien más que esté dispuesto a llevarnos las maletas. Bah…

¿Quién dijo que el amor es algo que debemos entender?
¿Quién decide de quién enamorarse?
¿A quién le importa que el amor termine un día?
Y si termina tampoco importa mucho -“Mientras la tierra gire y nade un pez…”-

Siempre habrá otra puerta en el camino. Si una ventana se cierra, una puerta se abre. El misterio es el de siempre: ¿el huevo o la gallina?

Creo que somos nómadas y no nos podemos quedar en un solo sitio. Habremos de ir de aquí para allá siguiendo la vida, buscándonos en unos y en otros. Es una tontería lo que estoy diciendo, pero el que pueda que corra.

Bendito el que se equivoca a su manera
Bendito el que es capaz de amar
Bendito el que vive enamorado
Bendito el que busca su felicidad…

Además quiero decirle a mi amiga Syb:

Que no hay lunes que resista un martes;
que los lunes, por definición, son una mierda;
que el nuestro es un mundo de amantes;
amas tú, amo yo y no se termina la cuerda.

Ándale:

¡Destapa el champagne y apaga las luces!

¡A brindar por ese amor y por su felicidad!

Por breve o eterno que parezca, el amor dura lo que tiene que durar


GBo


Mi amigo
Lupe Tijerina

Cómo quieres tú mi amigo
Cómo quieres que este alegre
Si te la llevas contigo
de verdad la mereces

La mujer que yo más quiero
este día será tu esposa
Como amigos que hemos sido
no me invites a tu boda

Llévatela pero lejos
donde no la mire más
Donde sus perversos besos
no me puedan alcanzar

Llévatela y no regreses
aunque pierda tu amistad
Brindo porque sean felices
pero no regresen más

mayo 20, 2010

Pisar tu calle



A Ceci Garate;
mal y tarde

Me tendrías que ver; hace tiempo estoy de vuelta.

De vuelta a la vida, de vuelta a la ciudad. Esta ciudad donde la última vez me perdí, la ciudad de la que tuve que huir para escaparme de mi propia sombra…

La ciudad ha cambiado: calles nuevas, flores nuevas, semáforos nuevos, nuevos anuncios. Pero tu casa no se ha movido de ahí.

Otra vez aquí,
otra vez tu nombre,
tu recuerdo, otra vez.

Fue un parpadeo al ir manejando. Por dar la vuelta unas cuadras después; repentinamente me encontré pisando tu calle.

Esa calle donde estacionaba mi coche:

Para ir a buscarte;
para ir a la heladería a leer Mafalda;
para ir a los Castillos;
para llegar de madrugada;
para esperarte;
para ver salir la moto de tu hermano;
para atrevernos a hablar;
para contar patrullas;

Esa calle donde un día, al subir al auto, sonaba “Contigo Aprendí” y preguntaste ¿Quién canta?

Calamaro -me limite a contestar sin notar lo que la canción y el momento me querían decir-

Hoy entiendo que lo que tenía que aprender contigo nunca lo aprendí. Mal y tarde, en todo caso.

Hoy, sin embargo, a unos pasos de tu calle sonó en el carro una canción que me vino a llenar de vergüenza y arrepentimiento. Dos sentimientos absurdos que de nada sirven, pero que me ponen a escribir la disculpa que nunca pediste, que nunca te di, pero que mereces de sobra.

¿Por qué?

Porque peor es nunca hacerlo…


Confidencias de amor
Genaro Lambida

“Yo ya te iba a querer; pero me arrepentí
la luna me miró y yo la comprendí
Me dijo que tu amor no me iba a hacer feliz
que me ibas a olvidar porque tú eras así…”



Es que yo estaba muy distraído, muy fuera de mi, con muchas ganas de correr y al tomar velocidad solté tu mano.

Perdona el silencio, las palabras, mi ausencia, mi presencia inoportuna.

Acepta mis disculpas como los amigos que nunca fuimos…

La idea era darte una bufanda que te protegiera del frío y me salió un cubo de hielo.

Es muy tonto decirlo, pero así fue: nunca tuve intención de lastimarte.

El camino nos ha puesto en nuestro lugar y eso es inevitable.

El tiempo es el autor que escribe siempre los mejores finales…

Que allá donde vayas la dicha y la felicidad estén contigo.


GBo

mayo 19, 2010

La DICHA


Es que ni siquiera sé si en verdad lo quiero contar…

Hay quien afirma que soy un tipo con suerte. Me lo dicen mis padres, mis hermanos, mis amigos; me lo dice todo mundo…

Por salir del paso siempre contesto “Claro, hay suerte buena y mala suerte ¿de cuál estamos hablando?”

Y sin duda me responden “No te hagas el chistoso…”

Y es que no están para saberlo, pero la semana pasada cumplí mis primeros 33 años de vida. Y, a diferencia de hace bien poco, esta vez no hubo parranda ni fiesta que dure un año. Hubo paz, platicas llenas de recuerdos, un pastel para chuparse los dedos, mucho cariño, mucha amistad y un año más; sólo eso…

Lo que no me animo a contar es lo mágicos que resultaron los regalos de este año -recuerden que son 33 años y mi percepción puede ya no ser la misma que cuando tenía 20 y sólo me importaba tener una fiesta que no terminara nunca y una novia que a mi lado estuviera loca de amor-

En fin, el arranque oficial de mis fiestas patronales por el año capicúa comenzó con una cena en pleno miércoles. A la hora del menú elegí costillas BBQ y para el momento de la sobremesa -y al calor de la charla- me pedí un café con sambuca.

Compartimos frases de ayer, hoy y siempre. Luego abordamos recuerdos de aquellas fiestas de infancia que mayor alegría nos causaron. Salí mal parado en ese rubro; no conseguí recordar piñata alguna, mago alguno, ni ninguna fiesta memorable con la chiquillada -¿Será por eso que quise desquitarme en la edad de juventud?- Anyway; como estaba hundiéndome en esos terrenos, cambie el rumbo de la plática con mi habilidad natural: ¿En qué estábamos?...

La sobremesa fue de esas que no se olvidan, de esas de las que no te quieres ir. A no ser porque nadie me advirtió -¡pinche mesero!- que además de BBQ las costillas tenían veneno habría sido una noche perfecta. La intoxicación dejó un saldo de jueves y viernes metido en cama casi todo el día.

Pero era mi cumpleaños y tenía que dar la cara. Así que en paños menores estuve recibiendo a mis amigos de aquí y de allá en mi propia casa y en Skype.

Con mucha humildad -y con muchísima alegría- les quiero compartir lo que cada uno trajo a mi persona haciéndome feliz, haciéndome frágil y haciéndome sentir más vivo y dichoso que nunca. Lo de los buenos deseos, los abrazos y las felicitaciones ni siquiera tengo las palabras adecuadas para escribirlo ni razones para sacarlo de mi corazón; perdonarán que no lo comparta y lo deje para mí.


Los regalos:

Chocolates que atentan contra mi dieta, pero que alegran mi paladar

Un Xylófono; no sé porque, pero ya en mis manos decidí que el tango le viene bien a este instrumento y traté con “Adiós Muchachos” créanme suena de puta madre!!!

Unos audífonos -otros- que puedo conectar a mi guitarra sin aturdir a nadie y sin importar que sean las tres de la madrugada “Al buen entendedor...”

Unos DVD’s que ya tienen su espacio para el próximo fin de semana: Colección de Greta Garbo, Colección de Alfred Hitchcock, Colección de Chaplin, 12th temporada The Simpsons, Concierto de Iggy pop & The Stooges, The space within us de Macca y el concierto de Bon Jovi en el Madison Square Garden -mi hermano me regalo una “plumilla” que el mismísimo Richie Sambora le obsequió hace unas semanas en un concierto-

Cd’s de boleros: Lucho Gatica con 40 boleros que están todos para morirse y uno de Coque Muñiz. Un amigo mío decía que inevitablemente en algún momento “terminas tragándote tus palabras” Y es que para ser honestos el disco de Coque no me hizo mucha gracia, pero apenas lo puse ayer en el carro y ya estaba emocionadísimo con la primera canción. Venía manejando y tuve que sacar el cuaderno de notas que ustedes ya conocen para ponerme a escribir. Tenía que pedir perdón, tenía que disculparme y yo no lo sabía, no me había dado cuenta. Una canción me abrió los labios y el corazón; por eso los regalos son impresionantes, por lo que ocasionan y que de otra forma no habría ocurrido. No es el momento de comentarlo, la próxima publicación habla de ello y sabrán porque una canción de ese disco me llevo a saldar cuentas con el pasado -“Cecilia siempre dice lo que piensa y casi nunca piensa como yo…”-

Un tono en LA, para afinar la guitarra y el oído

Un juego de cuerdas para guitarra

Un tahalí

Un Compressor Sustainer que ya le urge estrenar a la Les Paul

“Quinientos besos de sabores, veinte poemas de amor y una canción desafinada…”

En los libros llegaron: Doris Lessing, La grieta; Emily Brontë, Cumbres borrascosas; JM Coetze, El maestro de Petesburgo; Günter Grass, Pelando la cebolla; Isabel García Lorca, Recuerdos míos -tremendo libro-; Carlos Fuentes, cuentos naturales; Chekhov, Seven short novels y Dostoevsky con Crimen y castigo -el libro que más leo todos los años y en una edición canadiense digna de incluírla en mi testamento-

Boletos para Calamaro -incluye acompañante- (dulce compañía)

Boletos para Calamaro parte II -¡Se solicita acompañante!- (amarga soledad)

Un Grip Master high tension para mis torpes dedos

Mi regalo personal fue “Sarabande” la guitarra de mi juventud -¿La recuerdas Tiki-Tiki?- Dejen sigo disfrutando el re-encuentro y luego les platico la historia de cómo esta guitarra se fue de mi vida y apenas días volvió a mi costado -no como esas chicas que se buscan la felicidad lejos de mi-

Todos los regalos son mucho, muchísimo más de lo que en verdad merezco.

Uno en particular resulto un exceso emocional que yo he llamado “Poesía en movimiento”. Me lo envío por mensajería mi amiga Zully.

Joven amiga; siempre creí que hablar contigo era hablar de lo superficial, de lo sencillo y nunca de esos temas “enredados” en los que me gusta encallar. Tu regalo es un símbolo hermoso que me obliga a ser cuidadoso para mantener la vida -listo estoy- y me hace ver que; aunque todo el tiempo te la pases riendo y mirando a otro lado, es verdad que prestas atención a lo que digo.

El regalo fue así:

Llamó a la puerta la mensajería; salí a recibir un acuario con un pez rojo bellísimo. Firmé el papel de recibido, di una propina y entré a casa con paso lento y con la impaciencia por abrir la nota.

La nota decía:


“Mientras la tierra gire y nade un pez; hay vida todavía…”


Me habría gustado ver tu cara en el momento que lees esto

En el éxito o el fracaso; cerca o lejos; de día o de madrugada; siempre te voy a querer lo mismo que ayer, tal vez más.

¡Feliz cumple!

Zully

:::

No se tome a presunción, ni de alarido material -de nada me jacto, ningún mérito es mío sino de los que me quieren- Dos motivos me orillaron a contarles:

El primero: decirles que tengo en gran aprecio el obsequio de su amistad y las muestras incansables -tan inmerecidas todas- que de ella me dan.

Segundo: dejarles saber un poco en qué invertiré el tiempo de los próximos días para luego ponerme a escribir.

“Queremos verte bien y te queremos de vuelta entre nosotros…”

Sus llamadas, sus abrazos, sus cartas, sus mails son el combustible que me pone en marcha.

Haberlos conocido; un regalo grande de la vida.

Repetiría el camino por volver a encontrarlos; amigos míos.


GBo

mayo 10, 2010

Peor es Nunca...


Participaba de una comida familiar la tarde del domingo. Al momento de los postres escuche que los más pequeños de mi estirpe tendrían un papel este lunes en los festivales de sus colegios. Un regalo para sus madres; todas ellas tías o primas mías -¡pinches guapas todas!-

El comentario me llevo a intentar recordar -allá en mi infancia- cuál era mi papel en esos festivales que se organizaban en mi escuela por día de las madres.

No tengo la menor duda que en todos los años de primaria y, muy probablemente, en los de secundaria, participé de más de un festival de diez de mayo. No obstante, no logro recordar nada de nada…

¡Qué bloqueo me he puesto, y yo que creí haber hecho las paces con mi pasado!

Como sea, saboreaba de un pastel y un café mientras pensaba en la razón de ser de los festivales y al tiempo hacía una lista de todos aquellos que podemos desaparecer: día de la familia, día de no fumar, día de los abuelitos, día del amor, y un montón de días cursis sin los cuales los chocolates, los peluches y la tarjetería no serían nada.

Luego pensé que el día de las madres no merecía eliminarse del calendario, pues sería como negar nuestra propia existencia.

Y es que por difícil que parezca, todos en este mundo tenemos o tuvimos una madre.

Ha sido su vientre la locura de esos hombres que luego fueron nuestros padres y más tarde -o muy pronto, como en mi caso- nuestro cálido y breve hogar.

Quiero decir que la historia de todos nosotros empieza y termina en un sitio común…

Una vez que estamos en el mundo, lo que ocurra es cosa nuestra. En nuestro carácter, en nuestras emociones, en nuestra tristeza o nuestra alegria siempre tienen mucho que ver nuestros padres. Aunque siendo honestos, deberíamos aprender a ir más sueltos por el mundo y así -creo- seríamos más felices todos… Ese tema no me interesa por ahora y no estoy aquí para dar consejos a nadie, así que punto y aparte.

Luego, y sin saber porque, una de mis tías comento “Tu Gabo, cuando niño, eras un cabrón grosero con tu madre”

No sé porque me lo dijo, tampoco le quise preguntar. Pero no dude ni un segundo de lo que afirmaba. Lo peor es que sospecho que no he cambiado mucho respecto a mi madre.

Así pues por la noche me fui a la cama con la idea de haber sido y seguir siendo un hijo malagradecido, mal portado, y todos los “mal” que le quieran agregar. No lo firmo, pero tampoco lo niego. Tal vez he sido un mal hijo y nunca me he disculpado por ello.

Y como siempre traigo la acción cuando es necesaria; esta mañana -con la idea de peor es nunca-, sorprendí a mi madre con las ganas, las palabras y el sentimiento adecuado para decirle que la quiero, que la admiro y que lo bueno que soy -que es casi nada- se lo debo a ella y que lo malo que soy -que es demasiado- me lo debo exclusivamente a mi y mis ganas de llamar la atención, mi habilidad con eso del chantaje y mi inusual gusto por el fracaso…

Una vez más confirmo que hablar hace la diferencia, que muchas veces no vale la pena quedarse callado ¡Qué poder tienen las palabras!

Entonces la mañana nos brindo un bello momento de agradecimiento y admiración mutua. Ella hacía esfuerzos por despertar tan temprano mientras se ponía cómoda en un sillón. Yo tenía una guitarra en la mano y una canción en el corazón, así que me puse a cantar.

Comparto el tema con ustedes para dar mi admiración y mi respeto a las que ya son madres y a las madres de todos nosotros; porque por ellas somos realidad.


Con afecto
GBo

Por ti
Dani Martin

Siempre he estado pensando como agradecerte
por hacerme el regalo más grande, el más fuerte
Haberme regalado todo lo que tienes
Si es así, es así

Has perdido tu tiempo por mis ilusiones
Y cambiaste llorar por luchar en mi nombre
Por buscarme un lugar donde fuera valiente
para ser feliz conmigo mismo

Por ti lucharé, por todo el cariño que has puesto conmigo
Por todo tu tiempo, por haber querido tenerme contigo
Y por tu calor y por tanta magia me quedo contigo
Y por tu calor y por tu carisma te llevo conmigo

Siempre me has demostrado que eres como un milagro
Algo tan especial que siempre me ha arropado
Y le has ganado mil pulsos al que te haya retado
Si es así, es así

Por ti lucharé, por todo el cariño que has puesto conmigo
Por todo tu tiempo, por haber querido tenerme contigo
Y por tu calor y por tanta magia me quedo contigo
Y por tu calor y por tu carisma te llevo conmigo

Te llevo conmigo
Te llevo conmigo…


mayo 08, 2010

Mi árbol y yo


Para Rosario; allá donde esté


Hace algún tiempo -celebrando un treinta aniversario- cantábamos esta canción para ponernos de rodillas, para decir que no olvidamos, para seguir extrañando, para decretar que el primer amor no deberá abandonar la memoria jamás.

Y es que mucho de ella si tengo, lo herede, lo sufrí sin proponérmelo: la sensibilidad, el miedo a la fragilidad de nuestros cuerpos, lo horrible de un guardaropas que se pudre, la conciencia plena de lo fugaz que es nuestra existencia, lo doloroso de una traición y lo insoportables, alucinantes e irreparables que suelen ser las despedidas.

Esas despedidas que hacen que abril se un mes triste y mayo un mes que no debiera existir. Tan dolorosa la despedida que consiguió opacar la “alegría” de mi llegada ¡Y yo que traía tanta rumba en la maleta!

Alguna vez he dicho que hay cosas que se hicieron para olvidar y nos empeñamos en recordarlas.

El caso de mi abuela es precisamente lo contrario: por más que me empeño -absurdamente- en intentar olvidar sólo consigo recordar y entender cada día más de dónde vengo y que rama soy en este árbol que me ha tocado compartir.

Florecer será la fórmula a un recuerdo póstumo que prolongue nuestro árbol en ramas hijas…

Aquella noche de cumpleaños salíamos a hombros tras un breve recital con canciones que viven en el fondo mío y que conforman los cimientos de mi entendimiento emocional -¿?-

Por lo personal de las canciones -cómo en este texto- la voz se quebró más de lo debido. Aún así, cuando tienes que cuidar las luces, consolas de audio y la afinación de tu guitarra todas las canciones duran tres segundos dejando al corazón con ganas de más...

Hoy -otra vez- es ocho de mayo. Estoy escribiendo, bebiendo café, arreglando una guitarra y escuchando una canción, tu canción.

Por tu gracia y por tu amor, querida abuela.


GBo

Te llamabas Rosario
Carmelo Larrea

Ha pasado tanto tiempo
que no me acuerdo como eres
Ni como saben tus besos
ni el modo de amar que tienes

Ha pasado tanto tiempo
que ya no siento tu ausencia
Y que con rara frecuencia
a mi pensamiento vienes

Ha quedado en mi memoria
como eterno relicario
un recuerdo solamente
que te llamabas Rosario
Ay rosario

Ha pasado tanto tiempo
que no me acuerdo como eres
Ni como saben tus besos
ni el modo de amar que tienes

Ha quedado en mi memoria
como eterno relicario
un recuerdo solamente
que te llamabas Rosario
Ay rosario

Ha pasado tanto tiempo
que no me acuerdo como eres
Ni como saben tus besos
ni el modo de amar que tienes

Sólo sé que te llamabas...
Que te llamabas Rosario

mayo 03, 2010

Con Júbilo


Para Milagros, con afecto

Firmaba mi ejemplar de Júbilo por el año ’99. No es que Alejandro sea mi poeta ocasional ni del recuerdo: lo es de todos los días. Sus libros comparten la pieza con García Lorca, Virgilio, Sabines… Sí, con esos grandes poetas. Es decir, los de su talla.

Para mí es un poeta cinco estrellas porque además llegue a estimar su persona y logró embrujarme con su voz. Yo no cruce palabra alguna con Lorca, pero lo hice con Aura y eso fue un destino hermoso para mi encuentro con la poesía. Nuestro gran poeta, Aura. Quién no lo sepa el tiempo se lo dirá…

Me gustan los poetas por lo que cuentan; lo que les pasa a ellos nos pasa a todos. Sólo que ellos lo cuentan, lo escriben, lo disfrutan, lo sufren…

Con Alejandro Aura fueron sus palabras, su español de un México que muere cada día más, la maravillosa tesitura de su voz, su Savoir faire: igual te saludaba con la mano izquierda que con la derecha ¡Un poeta en verdad!

Ese México era el de los mercados, la calle, los vecinos, las moscas, el mar, los árboles, las flores, si todas las flores...

Sus blancos cabellos, el movimiento de sus manos y el timbre de su voz eran poesía en sí. Siempre me quedaré con ganas de compartir noches enteras con él hablando de poesía y boleros. Destapando un mezcal y fumando un habano; ocurre que yo no tenía edad. Ahora no tengo edad ni tengo nada…

Y bien, esto porque hoy tropecé con un libro que Alejandro alguna vez me obsequió y al abrirlo salta a mis manos un poema llamado “Un tipo inquieto”

Se los quiero compartir, ahora que ando algo “inquieto”


¿La poesía se busca o es ella quién nos encuentra?

¿Y qué decir de la poeta?

GBo

Un tipo Inquieto
Alejandro Aura

Yo me compraría todos los días un coche,
una bicicleta, una moto
y unos patines con motor;
empezaría diario como si no tuviera nada
y lo quisiera todo,
iría diario a todas partes
en mi vehículo flamante
alternando modelos clásicos antiguos
con las más audaces innovaciones del diseño.

Ah, qué bien me vería con el pelo al viento
y ondeando la tela de mi camisa.

mayo 01, 2010

Rodamos


Hace ya tanto tiempo que dejamos de rodar, que ni siquiera vale la pena intentar recuperar los recuerdos de esos días en que íbamos a mil por hora -en la moto y debajo de ella, en todas las noches y ocasionales días- Aquella historia no continuará; termina ahí.

Será mejor comenzar otra vez. Escribir desde otro punto del camino, desde un nuevo comienzo y hacerlo con el pie derecho para seguir sumando anécdotas sobre dos ruedas. Así un día lejano las sacaremos del cajón de las aventuras -nunca mejor dicho- y las platicaremos para añorar bellos momentos, emocionante -y moderada- velocidad, verdes paisajes, calor en la piel, viento en el rostro, en los cabellos y todas esas cosas que ocurren en el camino.

Somos de carretera y lo estábamos olvidando. La metáfora de los puentes queda corta cuando de recorrer el asfalto se trata. Mientras un puente conecta y lleva del punto A al punto B -y al revés-; la carretera nos plantea muchas más alternativas que pueden ser tan complejas como el tiempo o el tanque de gasolina lo permitan.

Los que vamos en moto llevamos nuestro destino -y acompañante- en nuestras manos, no nos gusta seguir, nos reconocemos unos a otros en el camino, ponemos nombre a nuestras motos y -como idea esencial- en algún momento de la vida logramos comprender que igual de importante es llegar al destino final como importante es el camino.-El camino no permite detenerse permanentemente y ya lo estaba olvidando…- También adoptamos frases acordes a nuestra personalidad:

“No dejes que te manejen, condúcete”
“Nos vemos en el camino”
“La vista siempre adelante”

Y sepan que la novia la prefiero “flaca” y la moto “gorda” -siguen los secretos-, que las curvas cuando voy en moto siempre me han parecido muchísimo más inofensivas que cuando voy a pie y que cuando un tramo del camino me emociona me da por cantar. Hoy llevaba en la cabeza dos canciones:

“Ese con quien sueña su hija, ese ladrón que os desvalija de su amor soy yo, Señora… Ya sé que no soy un buen yerno. Soy casi un beso del infierno; pero un beso al fin Señora…”
&
“Te vi, fumabas unos chinos en Madrid. Hay cosas que te ayudan a vivir… No hacías otra cosa que escribir… Yo no buscaba a nadie y te vi...”

Si, las ruedas son un modo de vida. Uno que me gusta mucho y que había dejado de lado por un largo tiempo. Hoy rodamos nuevamente y eso -no vale la pena decir porqué- es un logro y un signo de alegría importante para mi frágil existencia. Está siendo un buen regreso...

Volver al sol, a los días con viento en la sangre y entre colegas.

¡Qué bien esta la vida ahora!


GBo