mayo 08, 2010

Mi árbol y yo


Para Rosario; allá donde esté


Hace algún tiempo -celebrando un treinta aniversario- cantábamos esta canción para ponernos de rodillas, para decir que no olvidamos, para seguir extrañando, para decretar que el primer amor no deberá abandonar la memoria jamás.

Y es que mucho de ella si tengo, lo herede, lo sufrí sin proponérmelo: la sensibilidad, el miedo a la fragilidad de nuestros cuerpos, lo horrible de un guardaropas que se pudre, la conciencia plena de lo fugaz que es nuestra existencia, lo doloroso de una traición y lo insoportables, alucinantes e irreparables que suelen ser las despedidas.

Esas despedidas que hacen que abril se un mes triste y mayo un mes que no debiera existir. Tan dolorosa la despedida que consiguió opacar la “alegría” de mi llegada ¡Y yo que traía tanta rumba en la maleta!

Alguna vez he dicho que hay cosas que se hicieron para olvidar y nos empeñamos en recordarlas.

El caso de mi abuela es precisamente lo contrario: por más que me empeño -absurdamente- en intentar olvidar sólo consigo recordar y entender cada día más de dónde vengo y que rama soy en este árbol que me ha tocado compartir.

Florecer será la fórmula a un recuerdo póstumo que prolongue nuestro árbol en ramas hijas…

Aquella noche de cumpleaños salíamos a hombros tras un breve recital con canciones que viven en el fondo mío y que conforman los cimientos de mi entendimiento emocional -¿?-

Por lo personal de las canciones -cómo en este texto- la voz se quebró más de lo debido. Aún así, cuando tienes que cuidar las luces, consolas de audio y la afinación de tu guitarra todas las canciones duran tres segundos dejando al corazón con ganas de más...

Hoy -otra vez- es ocho de mayo. Estoy escribiendo, bebiendo café, arreglando una guitarra y escuchando una canción, tu canción.

Por tu gracia y por tu amor, querida abuela.


GBo

Te llamabas Rosario
Carmelo Larrea

Ha pasado tanto tiempo
que no me acuerdo como eres
Ni como saben tus besos
ni el modo de amar que tienes

Ha pasado tanto tiempo
que ya no siento tu ausencia
Y que con rara frecuencia
a mi pensamiento vienes

Ha quedado en mi memoria
como eterno relicario
un recuerdo solamente
que te llamabas Rosario
Ay rosario

Ha pasado tanto tiempo
que no me acuerdo como eres
Ni como saben tus besos
ni el modo de amar que tienes

Ha quedado en mi memoria
como eterno relicario
un recuerdo solamente
que te llamabas Rosario
Ay rosario

Ha pasado tanto tiempo
que no me acuerdo como eres
Ni como saben tus besos
ni el modo de amar que tienes

Sólo sé que te llamabas...
Que te llamabas Rosario

1 comentario:

  1. vaya, que bonito ese sentimiento hacia tu abuela,...
    y es que no duele el recuerdo, duele el presente que no puede ser igual a aquel recuerdo "bonito"...

    las despedidas... son horribles, trsistes, terribles!...
    Pero inconscientemente todos los dias estamos despidiendonos de algo... hasta del café que nos tomamos por las mañanas...

    jamas eh oído la canción, pero leerla sabe bien! (:

    un abrazo!

    ResponderEliminar