junio 27, 2010

Lo de ayer; lo de siempre


En alba dominical comenzaron a desfilar parientes y amigos -y los hijos o parejas de cada uno- por la casa con botellas de refrescos, cervezas, tequilas y botanas dulces y saladas -todo cabe- a fin de disponerse a ver el partido de fútbol entre el representativo de ratones de México y las veloces -feroces- liebres de Argentina.

Lo bueno es que yo estaba de pie desde temprana hora y pude recibirlos a todos sin el bochorno propio que causan los atuendos de una mañana de domingo.

Lo malo es que iba de salida dispuesto a recorrerme la ciudad en moto.

A pesar del abucheo generalizado no dude ni un momento en subirme a la moto y salir a rodar. El balón también va a rodar hoy, pero eso a mí no me importa.

-¿Pero no vas a ver el partido? -reclamaron

-No -respondí poniéndome los guantes

-¿A poco no te gusta el fútbol? -insistieron

-No mucho. Además ese partido ya lo vi -encendí el motor

-¿Ya lo viste? ¿Dónde? -inquietos

-En la tele, hace cuatro años -arranque

Para muchos será su primer mundial y la esperanza cabe. Para mí no lo es. Lo de hoy es una película con final feliz para Argentina. Lo he visto antes. Tampoco me parece una desgracia; lo justo por decir algo.

Así, la lógica me dice que encontraré una ciudad despejada de automovilistas atroces, pálidos semáforos y luminosos polis. Una ciudad como la que transitaban los abuelos en su juventud. Limpia además. Algo bueno tenía que dar el fútbol ¿no? Un domingo así no es para quedarse en casa.

Sólo espero que el Paseo de la Reforma no se arruine con la presencia de gente decepcionada quitándome la oportunidad de unas fotos...


El trayecto resulto según lo planeado y ahora estoy bebiendo café con una calma inusual. Hojeo algunas revistas y me pongo a escribir.

Escribo para distraerme y poner una dosis de atracción a mi persona dentro de este café en el que todos los ojos dan al televisor. Los gritos y la emoción de la gente contrastan con mi silencio y mi intento de concentración.

No logro distraerme escribiendo, mucho menos concentrarme y no sé si consigo destacarme de entre los comensales.

Sólo sé que hay unos ojos que me están inquietando. Cierro el cuaderno de notas.

Con alegría descubro que no soy el único desinteresado en el partido de hoy.

Los ojos que me inquietan son de la mesera del café que intenta agradarme señalando lo bien que hago en no “engañarme” con el partido y pronostica:

-Yo no sé para que lo ven. Va a ser lo de ayer, lo de siempre…

Si sus ojos me inquietaron, de sus palabras mejor ni hablo.

¡La cuenta, por favor!


GBo

1 comentario:

  1. y asi como dices fue lo mismo de hace 4años!

    mejor salirte a enamorar de una ciudad vacia y unos ojos bellos que piensas como tu...
    que quedarte a gritar mentadas por lo pendejos que son nuestros jugadores mexicanos!

    me caga el futbol! ¬¬


    me gustó la anecdota de hoy (:

    ResponderEliminar