junio 28, 2010

A saber


“Algunos se mueren aún siendo en vida; otros viven después de la muerte”
Valeriu Butulescu


Lejos estoy de considerarme un escritor, pero sueño con serlo un día. No es una idea nueva ni una moda a seguir. Lo sé hace quince años, al menos.

Sucede que me lanzaré al cumplir los cuarenta; por ahora a vivir y a seguir leyendo -materia prima- para tener algo que contar. Así he trazado el camino. Igual ocurre antes, igual nunca ocurre: hey c’est la vie!!!

Lo más cercano a mi sueño bohemio ha ocurrido así:

Regresaba a casa tras un día de labores. Una amiga llamó al celular para pedirme “un favor

A saber; cuando un amigo me pide un favor es cosa seria y lo dejo todo. Pero aquel día venia de un desvelo y un ayuno prolongado, por lo que me animé a preguntar:

-¿Está todo bien? ¿Es algo urgente?
-Todo bien, gracias por preguntar. No es urgente, pero es importante para mí -respondió y yo respiré sabiendo que iba a comer y a dormir según la hora planeada-
-¿Puede ser mañana con un café en la mesa? -propuse-
-¿Está bien a las seis? -preguntó-
-No se hable más -confirmé-

Tras el abrazo fraternal que nos damos cada vez que nos vemos; saco de la maleta de su lap top un montón de hojas impresas y me dijo “Necesito que me expliques palabra por palabra que has querido decir…

Eran todas las publicaciones que había realizado hasta ese entonces en el blog. No pude evitar ruborizarme, sentirme desarmado, desnudo de ideas, de palabras.

Una vez repuesto de las sensaciones inesperadas, me sentí halagado porque finalmente alguien se había tomado la molestia de leer lo que escribo. Además se había interesado en escuchar de viva voz cada idea -y cada trampa- que he ido poniendo y que nadie antes había cuestionado.

Luego otra vez me sentí incómodo al pensar que si necesitaba explicar lo que había escrito es porque lo estaba haciendo muy mal. Luego recordé que ella había dicho “pedirte un favor” y eso me devolvió un poco de calma.

Bebí café como pocas veces -en gran cantidad- y hable como siempre -abrumadoramente- al grado que mi amiga se emocionaba cada vez que explicaba el porqué de una palabra, de un título, de una imagen, de una canción, de la fecha de publicación, de todo. Ella constantemente agitaba la cabeza, sonreía, daba un trago al café, cruzaba la pierna y suavemente decía “¡Claro, lo sabía!

Para mi sorpresa, muchos de mis cálculos se habían sospechado y sólo tuve que confirmarlos.

Ella dijo estar aún más emocionada por haber dado la lectura correcta y porque “Ahora que los vuelva a leer los voy a disfrutar mucho más. Es hermoso lo que escribes a tu hijo”

Yo sentí emoción por mis cualidades de buen conversador. Luego pena porque me dijo que le habían gustado mis textos.

Más tarde pensé que lo que me gusta de un sueño es su cualidad de imposible. Pero como el tiempo avanza, me animo a compartir lo que escribo y me dicen que “no está tan mal” -podría ser peor, claro- y yo siento que eso es como despertarme de mi más lindo sueño.

Y no sé si quiera despertar…

Lo que les quiero decir, es que está tarde mientras leía “¡Qué viva la música!”, encontré una frase que resume de mucho mejor manera lo que yo les he querido contar.

La leo y entiendo -tarde- que aquella vez sólo debí decirle a mi amiga que escribo para conocer mejor a los de mi alrededor y al que miro al espejo cada mañana. Eso y dejar de lado tanta palabrería -lo malo del café en exceso-

Leo y comparto:

“Lo único que yo quiero es dejar un testimonio, primero a mí de mí, luego a dos o tres personas que me hayan conocido y quieran divertirse con las historias que yo cuento, aunque sean familiares míos, no importa, pero trabajar, escribir aunque sea mal, aunque lo que escriba no sirva de nada, que si sirve para salir de este infierno (ja, ja) por el que voy bajando, que sea esa la razón verdadera por la que he existido, por la que me ha tocado conocer (aunque de lejitos) a la gente que he conocido.”

Andrés Caicedo

2 comentarios:

  1. Desde que te conocí, supe que tenías mucho que contar. Lo vi en tus ojos. Luego recuerdo esas tardes en el café de la calle Londres donde me leías tus poemas que escribías y los cuentos de Chejov que tanto te gustaban. No me impresiona saber que serás un gran escritor. Me impresiona que sigas tan firme en la idea de serlo como hace algunos años y que ahora hagas público lo que escribes. Lo aplaudo.

    Creo que fuiste hecho para entender y contar las cosas. Recuerdo la tarde que fuimos a tu universidad y un encuentro fortuito te hizo volar en mil pedazos. Cuánto dolor en tu rostro. Luego de forma impresionante me mostraste los poemas que le habías escrito a esa mujer. Siempre he pensado que tienes el don de suicidarte o de volverte escritor, no sé porqué, pero así lo creo.

    Tu fiel lectora;Ely

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  2. "Pero nunca la realidad..."

    Creo que esa era la idea que discutíamos por esos años -suicidarme o escribir ¿cómo olvidarlo?-

    Me pongo de pie y te recibo. Me halaga tu tiempo de lectura y tu comentario. Lujo de bien pocos.

    Gracias por compartir el camino Liz!!!

    GBo

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