marzo 10, 2010

No estabas ahí...


Nunca dejen pasar la oportunidad de ayudar.

Yo no lo sabía. No era consciente de mi responsabilidad. Pero hace tiempo lo tengo claro y lo acepto: mi función es ayudar.

Esta tarde tuve la oportunidad de ayudar y en un parpadeo la dejé escapar...

Ocurre que en camisas y corbatas tengo mis decisiones muy claras en cuanto a corte, telas, tonos. Al ser radical y no atreverme a jugar con mi imagen -es decir; aún más- tengo que elegir una tienda en particular para cumplir mis gustos y sin complejos portar el disfraz de oficina.

Así pues, llegaba esta tarde al Centro histórico a recoger lo que el sastre ya había medido y justo en la entrada de la tienda; del lado de los grandes y luminosos aparadores, alcancé a ver una guitarra rota amarrada a un costal. La señale y el dueño de inmediato me miro y movió la cabeza como diciendo “Si se rompió ¿Ahora qué voy hacer?”

Seguí mi rumbo y en el mismo instante en que entraba a la tienda iba pensando sobre las posibles causas que habían cometido tal daño: se le cayó, choco con algo, la pisaron, se sentó sobre ella, se la intentaron robar, se la encontró en la basura, todas las anteriores… Que alguien me lo diga ¿Qué ocurrió?

Primero fue la duda por saber que había pasado. Luego otra vez la mirada de ese señor apareció en mi memoria y comprendí la angustia y la tristeza. La guitarra es su forma de ganarse la vida y, tras irreparable pérdida, la cena de esa noche o el desayuno de mañana estaban en juego.

Lo que vi era una guitarra clásica rota por la cabeza. Una lamentable pérdida, pues esta “fractura” es tan grave como la del tobillo roto de un corcel. Es irreparable el daño, es inútil cualquier intento desesperado por tratar de repararla. Ni el maestro Nava lo podría hacer. En un instrumento de cuerdas -en la gran mayoría diría yo- la tensión es la clave de una buena afinación. A su vez, la afinación es la base de cualquier interpretación. Así que al romperse la cabeza de una guitarra la cosa está jodida -musicalmente hablando, claro- y sin posible solución.

De la misma forma que al caballo se le sacrifica cuando se rompe un tobillo, la guitarra con cabeza rota tiene por destino la basura. O bien, ser donada al museo de arte contemporáneo.

Me preguntarán: ¿Y todo lo demás no sirve? Les responderé: sí, si sirve pero sólo en partes. Nunca más para volverla a tocar.

Total que pensaba en todo esto mientras esperaba mis camisas en el mostrador. Vaya desgracia la de ese hombre -seguí pensando- Supongo que esa guitarra era su herramienta de trabajo. Todos tenemos herramientas para hacer nuestro trabajo. Sin ellas todo sería más difícil, tal vez imposible. Para convencerme del hecho, imaginé que la Srita que me atendía me declaraba en tono solemne: “Señor, lo siento mucho peros sus camisas y sus corbatas están hechas trizas; usted no tiene ropa para ir a trabajar”

Putsss... Como balde de agua fría vi mi lado más materialista y más vanidoso. Me sentí vil. Comprendí que eso de la tela, el corte, el color no es más que una estupidez de mi parte. En algún punto del camino juré que algo podía hacer por mejorar mi imagen y me dejé convencer por esos gurúes de la mercadotecnia que van por ahí pintando el mundo de rosa y alejándonos de la realidad.

Me refiero a la realidad que es nuestra, que nos pertenece, que nadie debiera tocar ¿Quién se creen que son para venir a decirme como debo vestir? A lo mucho consiento opiniones sobre la forma de quitarme la ropa, nunca sobre la forma en que debo usarla ¿Quién se creen que son porque saben un poco de marketing? ¿Se creen que el marketing lo es todo? ¿Y lo humano? ¿Y nosotros, los de carne y hueso, donde quedamos? Bueno, ya me estoy distrayendo.

Les decía que de golpe, cual cachetada llena de rencor, descubrí que he sido un tonto. Que soy absurdo por buscar mi ser, mi esencia allá fuera y no dentro mío. De la forma que hoy soy lo he sido y lo seré siempre. De la misma forma, con el miso corazón, con el mismo cerebro, con los mismos sentimientos, con y sin ropa. Todo en mi persona está hecho por la naturaleza y así me fue entregado. No fue tarea mía. Ningún mérito me corresponde. Fue misión mayor. Mi labor es cuidarme y cuidar a los demás por lo esencial, por lo que vale, por lo verdaderamente necesario, por la pura existencia, por la hermandad.

Escucho hablar de las redes sociales y me niego a participar ¿Porqué? Sencillamente porque existen en la teoría y nunca en la práctica ¡Yo también soy gran torero en el papel! En la realidad somos incapaces de darnos la mano, de regalarnos una sonrisa. Si por la calle le sonríes a alguien estás loco, eres un delincuente, eres homosexual o sencillamente buscas “algo más” Bah!!!

Otra vez me estoy yendo, continúo con lo que les estaba contando:

La culpa y la bondad me invadieron y decidí que aquella mirada de tristeza y preocupación por tener una guitarra rota no tendrían lugar mientras yo pudiera hacer algo ¡Esto no puede ser mientras Gabo este aquí! -me dije radiante- Y vaya si podía hacer algo.

Sin presumir de nada, pensé que tal vez me sobraba una guitarra que podría regalarle a ese hombre. Claro que estaba en condiciones de obsequiarla y dispuesto a hacerlo. Le pediría su nombre y dirección y mañana mismo le haría llegar una guitarra. Pero ¿cuál de todas? La verdad es que todas me sobran y ninguna me falta. No tengo una ni dos ni tres. Las guitarras que tengo son únicas por el momento en que han llegado y por los momentos en que hemos tocado; pero con franqueza y humildad confieso que no son mi medio de vida. No es la forma en que podría llevar pan a mi mesa. Para mi desgracia, no tengo ese arte.

Ignoro si el caballero tenía el arte. Pero estoy seguro que tenía el valor, la necesidad y las ganas de estar en vía pública armonizando el ambiente. Él necesita más una guitarra de lo que yo la necesito para llenar mis huecos y mis noches.

Como rayo vino a mi memoria una frase recién leída en alguna parte:

“La bondad no consiste en dar lo que nos sobra, sino en dar precisamente lo que nos falta”

A mi me sobra la guitarra y me falta el arte. El trato estaba hecho; no necesitaba más argumentos para convencerme.

Pagué mi nota, agradecí la atención al personal de la tienda, me despedí de la Srita, tome mi pedido y me encaminé dispuesto para acordar los “términos” de la entrega con el señor de mirada triste:

Mi sorpresa fue grande y sentí una gran culpa:

Al salir ya no estaba ahí…


GBo

3 comentarios:

  1. Ouch!! duras pedradas, sobre todo para mi que me encanta todo lo relacionado al outfit y el verse bien, mmm pero bueno hasta eso todavía rescatable porque tambien se me da ayudar. Y tu tuviste la buena intención, eso cuenta.

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  2. Muchas veces me has dicho que aún estoy en la edad en la que me importa cómo me veo, y es verdad no lo puedo negar, ja ja ja.

    Oportunidades de ayudar se nos presentan de frente muchas veces, es nuestra decisión que hacer. Te conozco, al menos un poco, y sé que ayudar es algo que haces con gusto, sin embargo cuando leí -dar una de tus guitarras- dejé de respirar. Cada una fue comprada en un momento especial, tienen sus propias canciones, tienen lecciones de vida... pero siempre me sorprendes. Algún día lo platicábamos ayudar es dar algo que quieres y no lo que te sobra, y tus guitarras son algo que quieres. Ya habrá otra oportunidad de ayudar, este no era el momento.

    A

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  3. Mucha razon en todo lo que dices!!!
    Y esa gran frase...

    pero claro siempre ayudar a las personas.. pero de corazon y olvidando el "protagonismo"...
    " lo que tu mano derecha haga, que no lo sepa tu mano izquierda"...

    pero hey... si ese hombre no estaba ahi, era por alguna razon!
    Porque sentirse mal?... tu intencion fue buena.. y seguro ese hombre... tendra una nueva guitarra...

    hey! tienes un muy buen corazon hombre! (:
    un abrazo!

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