abril 29, 2010

Seguir Naufragando


“Me da la impresión que cada vez que nos vemos somos dos barcos que se cruzan en el mar. Uno viene y otro va; o todo lo contrario”

Andrés Calamaro


Paul Valéry sostenía que hay pensamientos importantes o tan elaborados -cargados de excesiva razón pues- que sólo buscan contradecir nuestros sentimientos. Lo que en verdad el cuerpo desea sentir y la razón se lo prohíbe. También dijo lo siguiente: “Las obras no se acaban, se abandonan”

Y es que otra vez -presa de la emoción que da la pluma- me he perdido en mis ideas dejando a un lado, en el texto anterior, un punto que me pareció importante y que era el hilo con el cual bordaría el escrito llamado “Seguir Navegando”.

Así que sigo naufragando en la idea de eso que nos vamos encontrando en nuestro camino y que, por desagradable, por creer que es un sueño -una pesadilla- buscamos distraer la atención casi con cualquier cosa. Incluso poniéndonos a tocar en el momento menos oportuno.

Ustedes ya leyeron el texto anterior y se darán cuenta que no dije nada de esa conducta que comúnmente encuentro en mi espejo y en el espejo de los demás. Es como un impulso motor de nuestra existencia al que yo llamo “evasión”.

¡No, por favor no se vayan!

No estamos aquí para hablar de filosofía, ni comportamiento del consumidor. Hablaremos de nosotros y de todo aquello que hacemos y luego ni nosotros mismos entendemos por qué lo hacemos -“Yo no quiero saber porqué lo hiciste, yo no quiero contigo ni sin ti...” -¿A poco no les pasa a ustedes que bajo ciertas circunstancias hacen cosas que en realidad no querían hacer? -como leer recados que no son para ustedes- por decir lo menos.

El chiste es que cuando escuche por vez primera la historia de la Orquesta del Titanic -hace no sé cuántos años- sabía que había algo más en esa historia de lo que simplemente nos querían contar. Algo que no estaba a simple vista y que había que buscar. Algo por comprender -alguien aquí dijo “sana noche de insomnio”? ¡Cuánta razón!- Algo para lo que no existen palabras, pero si razones. En fin, algo que no había entendido, algo que había quedado pendiente y que había que saldar. Buscar como se buscan los besos de esas chicas que se muestran indiferentes y luego no consiguen olvidarnos... Eso de nuestra razón y los sentimientos que hablaba Valéry.

Y bien, el planteamiento estaba ahí, pero no lo tenía claro hasta anoche que intenté ir a la cama a dormir. Ya lo saben: el insomnio. Aprovechando el silencio de la noche y la intensa luz de luna que entraba por la ventana; le di play a una reciente adquisición de clásicos y me fui a encontrar con Bruckner.

Encontrarse a Bruckner es asunto serio. Peor lo es cuando son las dos de la mañana, te has pasado de café, hace la luna que hacía la víspera y en el ambiente suena la Cuarta Sinfonía. Será lo prolongado de la idea musical, será la secuencia tan elaborada que exigía toda mi atención que, sin saber en qué compás, me quedé dormido.

Tras este periodo del mes de abril que me tiene en el polo alto de la bipolaridad, podría parecer una buena noticia haber logrado el sueño. Como están por comprobar; no fue así. Hasta en sueños sigo escribiendo: “tal vez fue la luna llena, tal vez fue una horrible pesadilla...

Una imagen invadió mi frágil reposo dando pasó a una incesante discusión conmigo mismo:

Ahí estaba en escena José Tomas indultando a “Navegante” el toro que lo prendió el sábado anterior en Aguascalientes. Sí, leyeron bien: “Navegante” ¿De qué aguas es el navegante? Más bien “era” porque ese pobre “Navegante”, no navega más…

En los tendidos tras el indulto, los hombres se quitaban el sombrero y aplaudían la bondad y el noble gesto del torero al perdonar a su agresor. Las mujeres, bellas todas, agitaban el pañuelo y se conmovían al ver ese par de piernas dando pasos por si mismas en el mismísimo ruedo que “hace apenas bien poco” lo había visto rodar por los suelos sin gracia alguna y al filo de la muerte.

Luego esta mañana y ya con los ojos abiertos -que no es lo mismo que estar despierto- leo el diario de Navarra que decía: “Pinta de milagro si tiene lo de José Tomas” Y es que hubieran visto la fila de donantes de sangre que se reunieron en la enfermería de la plaza. José Tomas se dejó media sangre en el ruedo tras la cornada. El grueso de la a afición se anotó en la lista de donantes para proveer un poco de vida al diestro; para mantenerlo entre nosotros y negar a toda costa su posible partida.

No sólo hubo donantes de sangre y una afición entristecida. Hubo también fieles que hicieron mil rezos y mil plegarias a la hora de la cirugía. La cuadrilla del maletilla no entendía bien qué era lo más grave: si lo profundo de la cornada o las lamentables condiciones de la sala de enfermería de la plaza de Aguascalientes. En cualquier caso, no era un buen panorama para la salud del floreado matador.

En mi sueño y en la tarde del sábado, toda la atención era para el torero y ninguna para el toro. Otra vez la soberbia, pienso. Al toro simplemente lo pusieron ahí y supo esperar sus cinco segundos de protagonismo. Suficientes como para despachar al torero al más allá ¿Se dan cuenta? Un iceberg en forma de toro.

En este punto el sueño me lleva a la Orquesta del Titanic y a la idea del naufragio como algo inevitable. Como si al capitán se le rompiera el timón y lo sostuviera en sus manos dando vueltas y vueltas y éste no le respondiera, además sin frenos y sin marcha atrás…


Volvamos al barco:

Ante el fatal desenlace que dejó la colisión con el bloque de hielo, la orquesta tuvo a bien ponerse a tocar. Este acto es una negación al hecho, una absurda y cobarde resistencia a la realidad ¿Por qué no aventar los instrumentos y ponerse a salvo con un flotador y en un bote como lo hizo el resto? ¿Porqué insistir en qué alguien los escucha y ocurrirá el milagro? ¿Porqué creer que el indulto era alcanzable? Es cierto, era el Titanic, el más grande, el más elegante, el más costoso de la historia, pero un barco al fin y al cabo.

Hay momentos -todos en realidad- en que no podemos dar la espalda a nuestros asuntos ¿Porqué fingir que no pasa nada? Tal actitud de indiferencia es una condición de la orquesta del Titanic y de todos nosotros. Negación, negación, pura e inútil negación que nos brinda aparente calma. Pero, en el fondo, esa negación pretende y busca la evasión. Alejarse de la realidad y creer que el destino se puede evitar es un sueño constante que sólo nos lleva a perder nuestro valioso tiempo -“Pídele al tiempo que vuelva”- ¡Anda, pídeselo y verás que no vuelve jamás!

La psiquiatría conoce un estado de ánimo llamado “la ilusión del indulto” Es un mecanismo de defensa -de tantos más- que consiste en hacer creer al condenado a muerte -sin fundamento alguno- que en el último minuto de su sentencia será perdonado y podrá seguir viviendo su vida. Teniendo así otra oportunidad.

De manera que mi sueño viene a descubrirme que la Orquesta del Titanic anhelaba, con sus notas, agradar a un Dios y conseguir el indulto borrando el frío terror del momento. Todos llevamos esperanzas de indulto al enfrentar nuestros miedos, nuestras debilidades:

Lo imagina el niño que no hizo la tarea y espera que al día siguiente la escuela amanezca cerrada o enferme su maestra -incluso él mismo ha de enfermar-

Los deudores quieren que los acreedores mueran

Los decepcionados dicen: "te perdono, pero prométeme que no volverá a ocurrir, promételo…"

Las feas esperan que un día las bonitas se queden solas con sus arrugas y sus fotos de recuerdos

El marido abandonado advierte: “tal vez te amen tanto como yo, pero nunca más que yo, nunca más que yo…”

Los políticos rezan para que se borre su pasado

Las personas que compran billetes de lotería juegan con sus fechas de nacimiento esperando un golpe de suerte. Un golpe que cambie el panorama y haga que "todos estos años de esperas y sufrimientos valgan la pena"

Espera el preso la bondad de su abogado

Se engaña la chica enamorada creyendo que suena el teléfono y una voz arrepentida suplica: “perdóname por ser un tonto, no puedo vivir sin ti…”

El que se sienta a escribir y cual gato espera caricias -muestras de afecto- en forma de comentarios…

Creo que ya lo dije alguna vez: en el fondo todo se trata de esperar. Y mientras se espera, en algo podemos creer ¿no?


GBo

1 comentario:

  1. vaya historia del titanic...

    amm he oido mucho sobre la orquesta del titanic, en un blog hace unos dos diiias , mi papá, en la escuela un maestro hizo un comentario y ahora tu blog!

    y vaya que tienes razon... el iceberg es mas que el protagonista! es un "tiene que pasar" ...

    y toodos inevitablemente nos estrellamos siempre en un hielito asi u_U

    vayay hay mucha razon en que siempre antes de "un suceso tragico",,,nuestra mente quiera desarrollar ideaas y momentos agradables,, para que éstos se conviertan en una realidad y el "suceso tragico" como arte de magia desaparezca...

    yo no lo veo mal... creo que es una distraccion y una manera de hundirse,, y no sentir tanto el dolor!...

    pero pues en fiiiin para alla vamos todos!.. "creo"...
    mejor vivir lo que toca vivir... y dejar la maldita soberbia que solo nos hace estrellarnos a lo pendejo!...

    mejor no hay que esperar... solo vivir... y pues en algo podemos creer... porque se vale soñar! u_U


    (:

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