octubre 21, 2009

Together



Si tuviera que resumir concluyo que no son muchas las personas con las que comparto una amistad. Al menos no tantas como a mí me gustaría. Pero no es por antipático, pues no lo soy -tanto-. Sino que me refiero a una amistad netamente leal, de abrazos cálidos y sin fecha de caducidad.

Concretamente; tras treinta y dos años, no son muchos los amigos que levantan la mano al momento de pasar lista. Podría incluso decirse que he perdido el tiempo en soledad, pero en mi historia -como cualquier otra en el campo de la amistad- la calidad vive en pent house y la cantidad la guardo en sótano. Quiero decir que los amigos que están me mantienen de pie y con una sonrisa. Y, para sentirme vivo y feliz, es lo único que necesito.

Cada uno ha llegado en su momento y a su manera. También cada uno ha decidido quedarse y permanecer a su modo; pero todos con una entereza y una lealtad que logran hacerme sentir como el niño consentido de su corazón. Y es que también lo son del mío; se lo han ganado.

Han sido las oficinas, la escuela o alguna fiesta lo que nos ha cruzado -hoy apuesto al blog para tener nuevos amigos- han sido las canciones que nos han hecho cantar o nos han dejado callados para luego mirarnos sin decir palabra y entenderlo todo; han sido los libros, los poetas, las mujeres de los poetas, las hijas de los poetas; todos esos cafés o esos bares donde compartimos tardes viendo pasar chicas o hablando largamente; o poniendo discos en el cuarto y no salir de ahí; o ver esos vídeos de Nirvana y soñar con los ojos abiertos; o empeñar el alma y poder comprar dos boletos para ir a ver a los Stones; o darle las llaves de tu casa a tus amigos para que luego no te dejen entrar y tengas que dormir en la calle; o estar en Tangamanga trazando el camino de los próximos días en plan detox; o ir a lo de los Hombres G juntos aunque quince años después; o guardar la cajita de madera que un día le regalaste con un poema y que a los años te muestran como un tesoro personal; o gastar tardes de café hablando y hablando para luego sentarte a escribir y decir que “Las tortugas hablan con los ojos”; o jugar con los hijos de tus amigos y que estos de regalen un caramelo y una sonrisa y te digan “Gabo, te quiero”; o sentir la brisa marina, comer pescado a la talla y gozar de una de las pláticas que más disfruto y, por si fuera poco, mantener la esperanza que será tradición viva año tras año; o descubrir un clavel rojo en la solapa del traje; o que el clavel tome forma líquida y termine en la silla del comedor; o ponerse los auriculares del mix up y guardar -eternamente- esa canción; o dar vueltas de forma inexplicable en la Plaza de Apaseo; o acortando distancias en el estacionamiento de Plaza Inn; o sintiendo esas manos en mis mejillas con la mirada fija diciendo “tranquilo aquí estoy”; y no quiero hablar de las palabras, los abrazos y los secretos que comparto con mis amigos porque un secreto es un pacto. No, no sé guardar un secreto; lo que sé es cumplir un pacto.

Y disculpen colegas, pero a veces saben que me gusta distanciarme y callarme y mantenerme lejos y guardar el celular y no vivir del mail -egoísta de alma hippie-; pero eso no significa que me he ido o que lo nuestro ha terminado. Si a dónde voy los llevo...

Como no se los he dicho hace tanto; como no los he visto; y como últimamente me han llegado un montón de agradecimientos y declaraciones de amistad pues debo responder con un “Amigos míos, agradezco la amistad y reitero el compromiso. Estoy con ustedes y para ustedes”

Recodo: Si alguien no se encuentra en los momentos descritos es; con toda seguridad, que no he querido ventilar recuerdos, más de ninguna forma olvido.


BIS

Y, hundido en un abrazo fraternal, digo adiós a los amigos de los últimos días. Es verdad que nos volveremos a ver pronto y que voy al encuentro de antiguos amigos. Sin embargo, la nostalgia me atrapa y me humedece los ojos. Días como estos serán difíciles de repetir. Cuánta diversión, cuanta charla, cuantos desvelos, cuanta carretera, cuanta reflexión, cuánta música, cuántas coincidencias, cuánto caminamos juntos, cuánto bailamos juntos, cuántas cenas maravillosas y tan divertidas todas, cuánta paciencia hubo entre nosotros, con amigos como ustedes -todos ustedes- sólo puedo ser mejor persona…

Ya estoy en la estación, con pañuelo en mano:
¡Au revoir!



Bis II

En la noche de Priscilla hubo mucha diversión; pero también llego esta canción que marco el ritmo de los días siguientes. Convirtiéndose en la canción del verano -el nuestro claro- La dejo aquí para que nos recuerde los días formidables que juntos -together- logramos y para no olvidar que la amistad es ese lugar donde el mundo es como queremos que sea....


GBo

8 comentarios:

  1. Gracias por acordarte de tu servidora y nuestras laaaaaaaaargas pláticas de estacionamiento de Plaza Inn. Te quiero Gabo. Saludos,

    ResponderEliminar
  2. y vaya que me costo trabajo conseguir ese clavel, aun lo recuerdas?, jaja recorrí cada rincon de la "Pink Zone", en compañia de mi complice entonces Dulce Rentería, lo que no me costo trabajo fue transformarlo a liquido, ups!!!, aun siguen mis mejillas cual Rojo Carmin.....

    ResponderEliminar
  3. Cómo olvidar aquellas tardes que se convertían en noches, con aquellos poémas y cafe interminable.
    Cómo olvidar aquella tarde que regresé de la universidad y encontré aquel regalo de cumpleños. No paré hasta que terminé de leer MI LIBRO sobre esas "tortugas" que hablaban con los ojos. El mejor regalo de cumpleaños que me han dado. Espero que estes aquí para el de este año...

    ResponderEliminar
  4. Una canciòn que llego para quedarse, pero mucho mejor cuando me la cantas tu. Lindo que no te olvides de nuestros momentos. Cuanta diversiòn. La plaza de Apaseo que siempre te esperara de regreso. Recuerda que ahi estare donde tu estes.

    ResponderEliminar
  5. M...;
    Cómo olvidar esas platicas! Si dan ganas de volverse a inscribir para verte por ahi con todo ese glamour!!! Guapa!!!

    ResponderEliminar
  6. S...;
    Jajaja cuanta risa!!! Te das cuenta que el bochorno siempre nos sorprende? Del carmín de tus mejillas también me quedan algunos -buenos- recuerdos, nos veremos pronto amiga!!!

    ResponderEliminar
  7. A...;
    Parece que era ayer cuando escribía ese libro! La inspiración y la idea siempre la has puesto tú con tu amistad, con tu razón...
    Ayer -literal- nuevamente ocurrió la magia y "cantando bajo la lluvia" nos sorprendió el domingo viendo como la amistad se fortacele... Verte de nuevo y verte en tan buen momento me hace feliz!!! Gracias por la complicidad y por compartir la locura todo este tiempo; sobre todo por el momento de ayer, aunque mi garganta proteste el hecho!!!

    ResponderEliminar
  8. E...;
    "Y auqnue no quise volver siempre se vuelve al primer amor..."

    Las canciones dan, entre otras posibilidades, la de estar cerca de esa persona aunque estés lejos... Así, basta darle al play o tomar la guitarra, cerrar los ojos y apareces tú... Siempre tú, siempre con esa canción, siempre tú aroma, siempre teniendo miedo de ti...
    Con o sin invitación llegaremos un día hasta Apaseo, para saludar la plaza y, ahora sí en cercanía, tocar y cantar esa canción y "te llame mi diosa... y te bese los pies..." Gracias por estar, por nunca irte...

    ResponderEliminar